Maratón de Atenas

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Si hay una carrera que todo maratoniano debe correr al menos una vez en la vida, esa es el Maratón de Atenas, el auténtico, como ellos mismos lo denominan.

Dentro del calendario internacional de maratones populares están los Majors, que son los que la mayoría de los aficionados quieren vivir, y después están los que tienen recorridos especiales, como el de Roma, Paris, Amsterdam o Barcelona. Pero hay uno que tiene un significado único y singular, el Maratón de Atenas, la prueba madre, la primera en disputarse, la que le da nombre a todas las demás.

Ahora que la cultura del atletismo está calando cada vez más hondo y cada vez más gente da el salto para enfrentarse a mayores retos que las habituales carreras de 10 kilómetros, es un buen momento para rescatar esta prueba del calendario de otoño. Si bien es verdad que el recorrido no permitirá conseguir grandes marcas de tiempo, desde luego lo que sí proporcionará es una huella imborrable en la mente de todos los corredores que acepten este reto épico.

Tomar la salida en el pueblo llamado Maratón, rodear durante la carrera el túmulo en honor a los compañeros de Filípides caídos en la batalla de Maratón contra el ejército persa y finalizar en el impresionante Estadio Panathinakó, construido íntegramente en mármol blanco, sede original de los primeros Juegos Olímpicos de la historia moderna, es una experiencia única en el mundo del atletismo. Todos los que han cruzado esta meta coinciden en la misma opinión: no tienen palabras para expresar la emoción que se siente al llegar a semejante lugar para poner fin al titánico esfuerzo.

La agencia Grecia Vacaciones, especialista en viajes a Grecia desde hace 25 años, ofrece varios paquetes de viaje para hacer más grande si cabe la experiencia de vivir esta carrera. La idea es empapar al corredor del espíritu de los deportistas clásicos visitando enclaves únicos de la historia del deporte occidental, como los restos de Olímpia, cuna de los Juegos Olímpicos originales, o el recinto arqueológico de Delfos, donde se conserva un espectacular estadio en el que se disputaban los Juegos Píticos.